Rafael Tegeo Díaz nació en la murciana ciudad de Caravaca de la Cruz el 27 de noviembre de 1798, falleciendo 57 años después en Madrid, el 3 de octubre de 1856. Fue un destacado artista pintor, cuya obra se desarrolló a caballo entre las corrientes neoclásicas y el naciente movimiento romántico.
Nacido en el seno de una familia de artesanos, Rafael Tegeo mostró desde niño una habilidad innata para el dibujo. Pudo conseguir que le patrocinara en sus estudios el marqués de San Mamés, por lo que acabó inscribiéndose en la Real Sociedad de Amigos del País de Murcia, donde tomó contacto con la escultura, y más tarde, en 1818, acudió a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde pudo estudiar pintura con el afamado pintor neoclasicista alicantino José Aparicio y con el grabador y pintor italiano, afincado en España desde 1795, Fernando Brambila.
En 1824 marchó por su cuenta a Roma para perfeccionar sus estudios, donde recibió las enseñanzas de los pintores Pietro Benvenuti y Vincenzo Camuccini, ambos neoclasicistas, absorbiendo además las influencias de los maestros Rafael de Sanzio y Guido Reni. Durante sus tres años de estancia en Italia ejecutó muchas pinturas, que enviaba a España, y por una de ellas, ya de vuelta en casa, “Hércules y Anteo”, de tema mitológico, fue nombrado miembro (1828) de la Academia de San Fernando, aunque años más tarde repudió su pertenencia a esta institución y renunció a ser académico.
Ya completamente formado, se decantó preferentemente por la temática mitológica y, sobre todo, la retratística, en la que alcanzó una llamativa perfección y verosimilitud, teniendo entre su clientela a la realeza, la nobleza, la burguesía adinerada, e incluso a los grandes almirantes de la Armada española ya fenecidos, de los que pintó retratos póstumos para museos navales. El tema histórico, por contra, solo lo tocó en escasas ocasiones.
Rafael Tegeo Díaz nació en la murciana ciudad de Caravaca de la Cruz el 27 de noviembre de 1798, falleciendo 57 años después en Madrid, el 3 de octubre de 1856. Fue un destacado artista pintor, cuya obra se desarrolló a caballo entre las corrientes neoclásicas y el naciente movimiento romántico.
Nacido en el seno de una familia de artesanos, Rafael Tegeo mostró desde niño una habilidad innata para el dibujo. Pudo conseguir que le patrocinara en sus estudios el marqués de San Mamés, por lo que acabó inscribiéndose en la Real Sociedad de Amigos del País de Murcia, donde tomó contacto con la escultura, y más tarde, en 1818, acudió a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde pudo estudiar pintura con el afamado pintor neoclasicista alicantino José Aparicio y con el grabador y pintor italiano, afincado en España desde 1795, Fernando Brambila.
En 1824 marchó por su cuenta a Roma para perfeccionar sus estudios, donde recibió las enseñanzas de los pintores Pietro Benvenuti y Vincenzo Camuccini, ambos neoclasicistas, absorbiendo además las influencias de los maestros Rafael de Sanzio y Guido Reni. Durante sus tres años de estancia en Italia ejecutó muchas pinturas, que enviaba a España, y por una de ellas, ya de vuelta en casa, “Hércules y Anteo”, de tema mitológico, fue nombrado miembro (1828) de la Academia de San Fernando, aunque años más tarde repudió su pertenencia a esta institución y renunció a ser académico.
Ya completamente formado, se decantó preferentemente por la temática mitológica y, sobre todo, la retratística, en la que alcanzó una llamativa perfección y verosimilitud, teniendo entre su clientela a la realeza, la nobleza, la burguesía adinerada, e incluso a los grandes almirantes de la Armada española ya fenecidos, de los que pintó retratos póstumos para museos navales. El tema histórico, por contra, solo lo tocó en escasas ocasiones.