Louis-Michel van Loo fue un pintor francés, nacido en Toulon el 2 de marzo de 1707 y fallecido en París el 20 de marzo de 1771, que entroncó el desarrollo de su obra en la fase final del barroco.
Nació en una familia de pintores de origen flamenco establecida en Francia a mediados del siglo XVI, de la que Louis-Michel era ya la cuarta generación, y tanto él como sus dos hermanos fueron unos destacados pintores, especializados en el retrato y en los asuntos mitológicos, históricos y religiosos.
Louis-Michel estudió y se formó en los talleres de pintura que su padre, Jean-Baptiste, tenía en las ciudades italianas de Turín y Roma. Ya en la temprana fecha de 1725 ganó el premio de la Real Academia de Pintura y Escultura francesa por su cuadro “Moisés derribando la corona del faraón”, aunque la mayor parte de su tiempo durante esta época de su vida la pasó en Roma con su tío Charles, ya que era el miembro más famoso de la dinastía van Loo, y en Turín, donde trabajó para la Corte piamontesa.
Impregnado de influencias italianas, regresó a Francia en 1732, aunque la muerte de Jean Ranc, el pintor de cámara de la corte española, le ofreció una inesperada oportunidad. En efecto, Hyacinthe Rigaud (nacido Hiacint Rigau i Serra en 1659 en la por entonces aún española ciudad de Perpinyà), el otrora todopoderoso pintor y retratista del rey Sol, Luis XIV, le recomendó al rey español Felipe V como retratista de la Corte. El monarca hispano hizo caso al eminente pintor y lo llamó a Madrid. De este modo, Michel-Louis van Loo se convirtió en el tercer gran pintor francés que trabajó en España durante el siglo XVIII, tras Michel-Ange Houasse y Jean Ranc.
Llegó a la capital de España en 1737, e inmediatamente empezó a producir cuadros y retratos, especialmente de la familia real, tanto individuales como en pareja (“El infante Don Luis de España”, de 1737; “La diosa Diana descansando”, de 1739; “Felipe V”, de 1739; “Isabel Farnesio”, de 1739; “Felipe V e Isabel Farnesio”, de 1743; “Luisa Isabel de Francia”, de 1749), aunque la obra que le proporcionó fama y fijó su prestigio fue el cuadro de grandes proporciones “La familia de Felipe V”, de 1743, conservado en el Museo del Prado, en el que logró representar el lujo y suntuosidad real, la adulación rococó francesa a sus clientes, el realismo flamenco en los detalles, y el colorido italiano. De grandes
proporciones (mide 4 metros y 8 centímetros de alto por 5 metros y 20 centímetros de ancho), le llevó varios años prepararlo, como dejan ver los varios bocetos del mismo que se conservan en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Quizá como consecuencia de este retrato familiar, en 1744 Louis-Michel recibió el título de primer pintor de cámara, cargo al que sumó el de primer pintor del rey con el advenimiento al trono de Fernando VI, que lo nombró el 12 de abril de 1752 director de la recién creada Academia de Bellas Artes de San Fernando en su sección de pintura.
Sin embargo, muy poco le duró esta ocupación, pues en ese mismo año de 1752 la añoranza de su patria le hizo regresar a Francia en octubre, donde continuó trabajando en Versalles pintando tanto retratos de los reyes franceses como de aristócratas e intelectuales (“El concierto español”, de 1754; “Luis XV”, de 1760; “Denis Diderot”, de 1763; “Las tres Gracias”, de 1763; “El marqués de Pombal expulsando a los jesuitas”, de 1766; “Retrato de Jacques de Heusy”, cerca de 1768). En 1765 sustituyó a su tío Charles van Loo, ya fallecido, en la dirección de la Escuela Real de Estudiantes Protegidos, que becaba los estudios de los artistas franceses noveles más aventajados.
Tras una larga y reconocida carrera como artista, el pintor falleció en la capital francesa en 1771. Allí era conocido con el sobrenombre de el “Van Loo d’Espagne”, para diferenciarlo de su hermano Charles-Amédee, apodado el “Van Loo de Prusse” por las obras que pintó en la corte de Prusia.