La Asamblea Amistosa Literaria de Novelda dedicará las IX Jornadas de la ilustración a conmemorar la mítica Batalla de Lepanto en el 450 aniversario de la efeméride con una serie de videoconferencias en las que intervendrán destacados marinos, historiadores y escritores que aportarán sus vastos conocimientos sobre esta batalla que cambió el curso de la humanidad.
Tendrán lugar del 7 de octubre al 20 de noviembre de 2021 y se podrán seguir en directo por la página de Facebook de la Asamblea.
Desde principios del siglo XVI, los turcos se dedicaron a saquear las costas italianas y españolas, asaltando las ciudades costeras y tomando numerosos prisioneros destinados a la esclavitud. En 1570, la isla de Chipre fue invadida por los turcos. 20.000 cristianos fueron masacrados en Nicosia. Esta noticia impulsó a los príncipes cristianos a escuchar la voz del Papa, y así formaron la Liga Santa para asegurar las costas mediterráneas.La batalla naval de Lepanto tuvo lugar el 7 de octubre de 1571. En ella se enfrentó la flota otomana, dominante en el Mediterráneo en aquella época, a la flota de la Liga Santa, establecida por iniciativa del Papa San Pío V, y conformada por elementos españoles, venecianos, genoveses, malteses, saboyanos y pontificios.Poco antes de la batalla, don Juan de Austria se puso de rodillas y oró a Dios pidiéndole la victoria para los suyos. Don Juan cuenta que, en ese momento, «fue el mar aquietado de tanta bonanza, cuanta se pudo desear y forzó a la armada enemiga a plegar su velas y venir a remo», lo que permitió a la Armada cristiana ponerse en orden de batalla. Cuando las fuerzas avanzaban se toparon con un cambio en la dirección del viento, que comenzó a venir desde el oeste, lo que beneficiaba a la flota católica. Los sacerdotes de las galeras cristianas, que eran jesuitas en el caso de los Habsburgo y franciscanos en las venecianas, creyeron que aquello se debió a una intervención divina. Don Juan ordenó cortar los grilletes de los prisioneros condenados a galeras y entregarles armas. De buena mañana, los dos bandos comenzaron a formar sus líneas de batalla en el golfo de Patras. Sobre una pequeña barcaza, Don Juan de Austria navegó frente a algunos navíos gritando a sus hombres: «hijos a morir hemos venido, a vencer, si el cielo así lo dispone. No deis ocasión a que, con arrogancia impía, os pregunte el enemigo: ¿dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre que, muertos o victoriosos, gozaréis de la inmortalidad».
Cabrera de Córdoba describiría así la batalla:
«Jamás se vio batalla más confusa; trabadas de galeras una por una y dos o tres, como les tocaba… El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. Espantosa era la confusión, el temor, la esperanza, el furor, la porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso morir de los amigos, animar, herir, prender, quemar, echar al agua las cabezas, brazos, piernas, cuerpos, hombres miserables, parte sin ánima, parte que exhalaban el espíritu, parte gravemente heridos, rematándolos con tiros los cristianos. A otros que nadando se arrimaban a las galeras para salvar la vida a costa de su libertad, y aferrando los remos, timones, cabos, con lastimosas voces pedían misericordia, de la furia de la victoria arrebatados les cortaban las manos sin piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la codicia, que salvó algunos turcos».