En 1913, para conmemorar el Segundo Centenario del natalicio de Jorge Juan, se encargó la composición de un himno a D. José R. Gomis, al que le puso letra D. Luis Calpena.
La letra del himno puede consultarse en este enlace
Folleto con la letra del himno editado en las jornada de Ensenada y Jorge Juan
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Compositor, José María Ramón Gomis
José María Ramón Gomis nace en Novelda (Alicante) el 5 de mayo de 1856. Después de cursar la enseñanza primaria, y sintiendo gran vocación musical, aprende los elementos de este arte durante dos años en su villa natal, para trasladarse posteriormente a Madrid, en cuyo Real Conservatorio estudia la carrera de Música en la especialidad de Órgano. Finalizados sus estudios regresa a Novelda, y durante algún tiempo se dedica a la enseñanza musical dando clases en su domicilio particular. Pero comprueba que Madrid le ofrece un más amplio campo en que desarrollar su creatividad y vuelve a la capital del reino donde fijará definitivamente su residencia y llevará a cabo su trabajo como músico. Ocupa cargos en diversas instituciones madrileñas, desempeñándolos con sumo mérito: profesor de canto y organista del Asilo de Nuestra Señora de las Mercedes durante cerca de treinta años, al tiempo que maestro de Música y director del coro del antiguo colegio de niñas de Leganés durante unos veinte, y director del Orfeón de San José. Ejerce asimismo de crítico musical en el periódico «El Siglo Futuro», lo que le permite introducirse en los círculos intelectuales del Madrid de la época. Contemporáneamente, como compositor va adquiriendo un prestigio que el paso del tiempo no hace sino acrecentar, de lo que da fe que sus obras sean editadas por las más importantes editoriales españolas como «Almagro y Cía.», «F. Fuentes», «Pablo Martín» o «Unión Musical Española», y grabadas por compañías discográficas como «Odeón» y «La Voz de su Amo». A su muerte, el maestro Gomis legaba más de un centenar de obras del más diverso estilo, en general piezas breves de correcta factura y romántica inspiración concebidas en su mayor parte para órgano o piano solos o con voz solista o coro: canciones, caprichos, seguidillas, pavanas, jotas, romanzas, valses, baladas, nocturnos, o la zarzuela en un acto y tres cuadros «Los magos de Rubens», entre otras. Pero el género que mayor renombre y popularidad le procuraría es el religioso, por cuanto sus misas, villancicos, plegarias, himnos, salves o cantos de difuntos se difundieron por multitud de templos de España. Sin embargo su obra más popular, al menos para su paisanaje, es el «Himno a Jorge Juan», obra que con letra del padre Luis Calpena fue estrenada el 5 de enero de 1913 con ocasión del segundo centenario del natalicio de otro también insigne noveldense, el geodesta, matemático y físico del siglo XVIII Jorge Juan y Santacilia. Dicho himno, todos los años en esa fecha, todavía se interpreta ante el monumento que el pueblo de Novelda erigiera a ese sabio ilustrado.
Autor, Luis Calpena y Ávila
Nació en Biar (Alicante) en 1860 y murió en Madrid el 7 de enero de 1921. Hizo sus estudios en el seminario de Orihuela, donde se reveló pronto como predicador de altura. A los 18 años, todavía alumno, desempeñó la cátedra de Ciencias Naturales. Hizo una carrera brillante, coronada con el doctorado en Teología, y la ordenación sacerdotal en 1886. Su primer ministerio lo ejerció en Novelda (Alicante), donde fundó un colegio de estudios superiores. Simultaneó el magisterio con la predicación. En 1894, obtuvo la dignidad de canónigo magistral en la basílica de S. Francisco el Grande de Madrid. Pronto se extendió por toda España su fama de predicador. En 1896 fue nombrado capellán de honor y magistral de la Real Capilla. Alternó sus sermones grandilocuentes en las grandes cátedras de toda España, con sus conferencias, discursos apologéticos, panegíricos, arengas patrióticas y con las catequesis sencillas que todos los domingos predicaba en la iglesia de las Reparadoras de Madrid. Sus piezas oratorias más famosas son: La palabra divina y El despertar de la fe. Su producción oratoria ha sido publicada en gran parte. El Estado editó sus discursos patrióticos. Además se han publicado, entre otras, las siguientes: Antología de oratoria sagrada; Anuario de la Predicación Parroquial; Conferencias y Sermones; Semana Santa; Jesucristo Rey; Sermones de la Santísima Virgen. La oratoria de C. y de los grandes predicadores de los s. XVII-XIX ha quedado anticuada hace unos años. Hoy encontramos hueca y artificiosa su forma elocuencial. La sensibilidad de nuestros días no aprecia las frases ampulosas, los incisos sonoros, los torrentes de metáforas, las sutilezas ingeniosas y la retórica de convicción. El estilo natural y directo, la verdad desnuda, la dicción sencilla, es patrimonio de una generación a la que no pertenece C. Su oratoria, sin embargo, no está desprovista de profundidad; aunque pueda achacársele en ocasiones una preocupación excesiva por la forma, y navegar por el mundo abstracto de las ideas, sin una encarnación auténtica en la vida real. No se puede, sin embargo, negar a C. un conocimiento profundo de la sicología de las masas, un amor sincero de la verdad, junto con un sentido innato de lo bello y del poder electrizante del ritmo y de la cadencia. Otra faceta notable de C. es su conocimiento de la música. Es autor de varias obras musicales, y un crítico certero y documentado. La doctrina de C., buen conocedor de la teología y de las ciencias eclesiásticas, se reduce en gran parte a temas de carácter apologético: la existencia de Dios, el origen divino de la Iglesia, la necesidad de la fe, la verdad de la tradición y la Revelación. Fue un hombre con gran facilidad de palabra, hábil dominador del arte de cautivar al auditorio, al que supo adaptarse con un raro dominio de la psicología de grupos y de los recursos oratorios. Fácil improvisador. Su estilo, sencillo unas veces, profundo y elocuente otras, resultaba siempre sugestivo, correcto y elegante. Fue uno de los últimos representantes en España de la elocuencia sagrada, culta y declamatoria. Poseía una rica personalidad sensible al arte y a la belleza, y siempre en contacto con los últimos hallazgos de la ciencia y del espíritu humano. Fue teólogo, orador, músico, publicista fecundo, académico e historiador.
Grabación Histórica del Himno de Jorge Juan a cargo de Lorenzo Martínez Palomo ( 1976 )
Jornada memorable la de aquel mediodía del domingo 25 de abril de 1976, en el que la orquesta Municipal de Valencia, ofreció un extraordinario concierto dirigido por el noveldense Lorenzo Martínez Palomo, que orquestó el Himno de Jorge Juan estrenándolo al final del recital. El maestro noveldense tenía la intención de obsequiar el original de la partitura al pueblo de Novelda, pero nada mas comenzar la interpretación del Himno un apagón dejó el teatro a oscuras. Se abrieron las puertas laterales del Cine Barceló, y se detuvo el concierto unos minutos, en tanto se reparaba la avería. Cuando regresó la luz, la partitura original había desparecido del atril y el Maestro Palomo tuvo que dirigir a la orquesta sin ella. Tan resonante fue el éxito de aquel concierto, que la revista oficial de fiestas “Betania” de ese mismo año, lo recordaba con estas palabras: “Plácemes encendidos merece la Delegación de Cultura y Festejos del Ayuntamiento por la organización de este acto, y, sobre todo, por haber presentado ante su pueblo al maestro Martínez Palomo. Gracias a tan loable iniciativa pudimos asistir a un bello espectáculo artístico, a un acto que sin duda ha de marcar una obligada referencia en la historia musical de la ciudad, en parangón con la actuación de la Capella Clásica de Palma de Mallorca, la Agrupación Coral de Cámara de Pamplona, el Concurso Internacional de Canto, etc… Con la natural satisfacción y sin temor a incurrir en hipérbole podemos decir que jamás en Novelda se oyó una ovación igual a la que premió la actuación de la orquesta de Valencia. El público, puesto en pie, aplaudió fuertemente durante varios minutos a la Agrupación Musical y al Director noveldense que, seguros estamos, al ver cumplido su ardiente deseo de presentarse ante sus paisanos, sentiría, ante el rotundo éxito obtenido, una de las más intensas emociones de su vida, comparable a la de muchos noveldenses a quienes se les escapaba entre lágrimas y ovaciones. En suma una memorable jornada musical”.
Lorenzo Martínez Palomo nació en 1938. Su niñez la pasó en Novelda, concretamente en el barrio de La Estación, en donde fijaron su residencia sus padres por motivos de trabajo. Dotado desde niño de una acusada sensibilidad artística y de una extraordinaria disposición para la música, inicia sus estudios oficiales, con una beca del Ministerio de Educación y Ciencia en el Conservatorio Superior de Música de Barcelona. Cursó disciplinas de Composición, Piano, Virtuosismo y Dirección de Orquesta con los maestros Joaquín Zamacois, Sofía Puche de Mendlewicz, Juan Pich Santasusana y Juan Massiá.
Terminados los estudios con extraordinaria brillantez y máximas calificaciones y premios, y con una beca de la Fundación Juan March, amplió en Nueva York sus conocimientos de Dirección de Orquesta con el maestro Boris Goldovsky.
Su carrera profesional comienza en 1964, cuando no tiene más que veintiséis años, colaborando durante cuatro y de forma permanente en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. Poco después, en 1968, se traslada nuevamente a Estados Unidos donde actúa como Director Asociado en la Ópera de Filadelfia y en la de Hartford, cargos que ejerce simultánemanete durante algunos años. También por aquella época, dirigió en el City Center, de Nueva Cork y en el Festival de la Ópera, en Cincinnati.
Ha dirigido la orquesta de la Ópera de Santiago de Chile y la Sinfónica de Manila, así como el Festival de la Ópera de San Diego en California.
En 1971 fundó en Barcelona la Orquesta Sinfónica de la Cruz Roja Española y en enero de 1974 fue nombrado Director Titular de la Orquesta Municipal de Valencia. Ha dirigido también la Sinfónica de Bilbao y ha grabado con los más destacados intérpretes, orquestas y coros del panorama musical internacional. Destacando su participación en la edición que RTVE realizó en 1999, con motivo de la celebración del centenario del maestro Quiroga o la adaptación para orquesta de canciones de los años cuarenta y cincuenta en el CD “Latino”, en el que intervino el Orfeón Donostiarra.
En 1981 fijó su residencia en Berlín. Entre sus composiciones destacan “Nocturno andaluz” y “Dulcinea”, de esta última composición la agencia Efe, transmitía al mundo entero la noticia de su estreno en los siguientes términos: “(Berlín, 16-05-2006). Con vítores y aplausos celebró el público “Dulcinea”, cantata sinfónica compuesta por el español Lorenzo Martínez Palomo y estrenada en primicia mundial en la Konzerthaus de Berlín, en el marco de un concierto titulado: “Spanische Impresisionen”.
La cantata, llena de contrastes sonoros y ritmos exhuberantes, exalta el amor del ingenioso hidalgo Don Quijote por Dulcinea, una ensoñación que, como en la novela de Miguel de Cervantes, contrasta con la relación, más terrenal, del escudero Sancho Panza y Teresa.
Palomo puso el libreto en manos del gaditano Carlos Murciano, Premio Nacional de Literatura 1970 y Premio Nacional de Literatura Infantil 1982, quien recurrió al lenguaje de la época cervantina para acentuar en la parte vocal el espíritu de la composición.
Para los cuatro protagonistas de la cantata, Palomo reunió a la soprano española Ainhoa Arteta (Dulcinea), a la mezzo Cheri Katz (Teresa) al bajo-barítono armenio Arutjun Kotchinian (Don Quijote) y al tenor Burkhard Ulrich (Sancho Panza).
La actuación de los solistas, y el canto etéreo de Arteta, la Dulcinea perfecta, acentuaron el lirismo de esta obra, cuyo hilo conductor es una orquestación delicada y armoniosa, salpicada de ritmos frenéticos, casi salvajes.No hay pausas ni silencios, sino derroche sinfónico y coral, que, en ocasiones, evocaba la popular Carmina Burana de Carl Off.
Arteta, que recibió una prolongada ovación por una Dulcinea que rendida al empeño de Don Quijote convierte en realidad sus sueños, declaró que el secreto de esta cantata es que «tiene la estructura de la música alemana, el lirismo italiano y la esencia española».
Palomo llegó como maestro repetidor en 1981 de la mano de Jesús Lopéz-Cobos, con el que mantuvo tras la salida de éste una colaboración que ya dura 25 años, el tiempo que lleva afincando en la capital alemana.
No fue por ello casual que el estreno mundial de esta cantata haya tenido lugar en Berlín y que fuera la orquesta de la Deutsche Oper, dirigida por el granadino Miguel Ángel Gómez-Martínez, la que abriera las puertas al último trabajo de Palomo.
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