Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt nació en Sevilla el 12 de enero de 1716, hijo de un economista bien posicionado, Bernardo de Ulloa, careciendo de toda importancia el lugar donde fue bautizado. Ingresó bien joven en la Marina, y ya con 13 años viajó hacia Sudamérica, regresando a España en 1732. Al año siguiente ingresó en la Real Academia de Guardiamarinas de Cádiz, donde conoció a Jorge Juan. Alumnos aventajados, fueron elegidos por el gobierno español, como “sujetos inteligentes en las matemáticas y astronomía”, para participar en el viaje propuesto por la Academia Francesa de Ciencias para determinar la forma de la Tierra, si achatada por los polos, si alargada por estos, o si por contra una esfera perfecta.
A tal fin, se organizó en Francia la llamada Misión Geodésica Francesa, que tenía que medir las longitudes de dos arcos de meridiano de un grado en dos partes distintas del planeta, con el propósito de solventar el misterio. Una zona fue Laponia, cerca del Polo Norte, y la otra en Quito, cerca del Ecuador. Al ser una posesión española, la misión necesito del permiso de la Corona española, y esa fue la oportunidad para que los dos científicos españoles, Ulloa y Jorge Juan, participasen en ella, con 18 y 21 años, respectivamente. Partieron, ascendidos a la graduación de tenientes de navío, con la misión -además de las geodésicas que justificaban su inclusión en el viaje-, de realizar otras más prácticas, como el análisis de la estructura y condición de las plazas militares coloniales, el comportamiento de los funcionarios reales, la aplicación de la justicia, el estudio de sus habitantes, su flora, fauna, mineralogía, la realización de planos, etc., en lo que se configuraba como una labor ardua y sobrehumana.
Zarparon de Cádiz el 26 de mayo de 1735, en compañía de destacados miembros franceses de la Misión, como La Condamine, matemático y geógrafo, Godin, matemático y astrónomo, y Bouguer, físico, matemático, astrónomo e hidrógrafo. Ya en Sudamérica midieron el arco de meridiano, y Ulloa y Jorge Juan ayudaron, además, al virrey de Perú en la defensa de la colonia contra los ingleses, pues acontecía por entonces la Guerra del Asiento. Por otra parte elaboraron todos los estudios encomendados por la Corona española, fruto de los cuales fueron las obras firmadas por los dos científicos: “Relación histórica del viaje hecho de orden de su Majestad a la América Meridional”, y “Noticias secretas de América, sobre el estado naval, militar y político del Perú y provincia de Quito”, ambas de 1748, aparte de otras tres más.
Durante su estancia allí, Ulloa recogió muestras de platino que luego, en Europa, en 1748, describió como un nuevo metal, (en la “Relación histórica del viaje”), siendo este uno de los dos únicos elementos químicos de la tabla periódica descubiertos por un español (el otro es el wolframio, descubierto por los hermanos riojanos Elhúyar en 1783).
En el tornaviaje de su larga estancia de 11 años en América, Ulloa y Jorge Juan embarcaron en naos diferentes, para así tener el doble de probabilidades de que sus descubrimientos e investigaciones llegaran a España. Jorge Juan lo logró sin problemas, pero el barco de Ulloa fue apresado por corsarios ingleses y finalmente llevado a Londres como prisionero (1746), pero allí, gracias a sus conocimientos científicos se ganó la amistad de los hombres de ciencia londinenses, que le hicieron miembro de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural (la Royal Society), y por la influencia del presidente de la misma fue liberado y pudo regresar a España (sin el resultado de sus investigaciones, eso sí, que se quedaron los ingleses) el 25 de julio de 1746.
Sin apenas tiempo para descansar, Ulloa fue nombrado capitán de navío y enviado por el gobierno a recorrer Europa para tomar contacto y conocimiento de los avances científicos que allí se daban, en asuntos tales como manufacturas, matemáticas, minas, arsenales, obras hidráulicas, industrias textiles, etc. Fruto de este viaje y de su saber fue que lo hicieron miembro de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, de la Academia Prusiana de las Ciencias, y de la Real Academia de Ciencias de París, entre otras.
De vuelta a España trayendo una ingente cantidad de documentación e informes científicos, elaboró en 1752 el proyecto del Gabinete de Historia Natural, precedente de los actuales Museo Nacional de Ciencias Naturales, Museo Arqueológico Nacional, y Museo de América. También fue el creador, en Madrid, del primer laboratorio de metalurgia de España.
Ascendido a contralmirante, fue enviado a América como gobernador del departamento de Huancavélica, en el virreinato de Perú (1758-1764) y como superintendente de las minas de mercurio de la zona. Más tarde fue designado gobernador (1766-68), el primero, del inmenso territorio de la Luisiana española, que hoy forma parte de Estados Unidos, de más de 2.000.000 Km2., cedido a España por Francia como consecuencia de la firma del Tratado de
París (1763) que puso fin a la guerra europea de los Siete Años. A continuación organizó la flota del Virreinato de Nueva España, y levantó planos topográficos de diversas zonas del virreinato. Fue nombrado almirante de la última Flota de Indias que surcaría el Atlántico, y el 16 de enero de 1778 zarpó para España, llegando a Cádiz el 29 de junio.
Estando en guerra por entonces España con Gran Bretaña, se le mandó, con la graduación de teniente general (1779), hacia las Azores al frente de una dotación de barcos. Al no encontrar al enemigo, regresó a España, pero fue sometido a varios procesos y consejos de guerra acusado de entretenerse en observaciones astronómicas y eclipses, de los cuales fue totalmente exonerado y absuelto en marzo de 1783. Después fue nombrado director general de la Armada española, cargo que ocupó hasta su muerte en la isla de León (Cádiz) el 5 de julio de 1795.
Ulloa casó con una mujer de Lima, Francisca Ramírez de Laredo y Encalada en 1767. La boda se realizó, por tanto en la Luisiana, mientras era gobernador de aquel territorio. Tuvieron 4 hijos. Uno de ellos, Francisco Javier de Ulloa y Ramírez de Laredo, llegó a ser ministro de Marina.
Hombre de carácter más brioso y práctico que Jorge Juan, escribió seis obras científicas, entre ellas “Noticias americanas: entretenimientos físico-históricos sobre la América meridional, y la septentrional oriental”, de 1772, donde describía con precisión casi toda América del Sur, su geografía, historia natural y economía, el “Tratado físico e historia de la aurora boreal”, de 1752, y el “Modo de facilitar los correos de España con el reino de Perú”, de 1765.
Mostró la misma polivalencia que Jorge Juan en sus saberes y aptitudes: fue militar, gobernador, científico, astrónomo, administrador colonial, naturalista, topógrafo… Amigo de sus amigos, fue quien escribió el epitafio y costeó la lápida de Jorge Juan, a quien acompaña hoy, pues reposa cerca de de él en el Panteón de Marinos Ilustres.
Por ser el primero en describir ese llamativo fenómeno, recibe el nombre de “halo de Ulloa”, “corona de Ulloa” o simplemente “gloria”, el anillo que se forma con los colores del arco iris sobre la sombra de un objeto que se encuentra por encima de las nubes o la niebla, al incidir la luz del Sol sobre el objeto que provoca esa sombra, y que está por encima de esa niebla o nubes. En Francia se le denomina “halo de Bouguer”, uno de los componentes, como se recordará, de la Misión Geodésica Francesa, y en el ámbito anglosajón se refieren a este fenómeno con cualquiera de las dos formas.