Fernando VI, rey de España entre 1746 y 1759, heredó el trono de su padre Felipe V. Era hijo de su primera esposa, María Luisa de Saboya, y nació el 23 de septiembre de 1713. Como las relaciones entre el nuevo rey y la segunda esposa del monarca fallecido, Isabel de Parma, eran muy malas, una de las primeras acciones de su reinado fue desterrar a la reina viuda al palacio de La Granja de San Ildefonso, para evitarse la molestia de verla o de que se inmiscuyera en los asuntos de gobierno de la Corte.
La muerte de su hermano Luis I en 1724 le convirtió en príncipe de Asturias y como tal, en heredero de la Corona. Casó en 1728 con Bárbara de Portugal, de la casa de Braganza gobernante en el reino vecino. A pesar de ser un matrimonio convenido, ambos príncipes se enamoraron casi de inmediato, no conociéndose ninguna infidelidad entre la regia pareja. Culta, educada y amante de las artes, ejerció una benéfica influencia sobre su marido cuando accedió al poder. Sin embargo, durante el gobierno de su padre, y sobre todo a partir de 1733, su madrastra la reina Isabel de Parma los mantuvo en una reclusión casi carcelaria, debido al temor a que se pusieran en contacto con los grupos partidarios de la abdicación del rey padre, Felipe V, (que ya daba muestras patentes de su aleatoria demencia), y pudieran convencer al príncipe Fernando para que aspirase ya a tomar el trono.
A pesar de llegar a ser rey sin haber tenido antes casi ninguna experiencia de gobierno al no habérsele permitido asistir a las reuniones de los secretarios (los ministros de hoy día) en las reuniones que estos tenían con el monarca, Fernando VI siguió una política clara y bien definida:
● Por un lado, abandonar la política exterior agresiva que había llevado su padre, sin crear ni participar en ninguna guerra y mantenerse siempre neutral (“Paz con todos y guerra con nadie”). Solo hubo un conflicto, de pequeña dimensión y en Sudamérica, contra Portugal, debido a la colonia de Sacramento (hoy en Uruguay), que finalmente fue para España a cambio de 7 reducciones jesuitas españolas ubicadas en lo que hoy es Paraguay, que fueron para Brasil, hecho este reflejado en la famosa película de 1986, “La misión”.
Por otro, también se abandonó la fuerte influencia francesa -traída por el rey Felipe V- e italiana -traída por la reina Isabel de Parma- que había en la Corte española y que habían mediatizado las decisiones tomadas por el gobierno, dejando de lado en bastantes ocasiones los intereses puramente españoles.
● Quizá consciente de sus limitaciones, dejó que secretarios válidos tomaran las riendas del
gobierno, poniendo al frente del gobierno a dos cabezas visibles como secretarios más
poderosos, Carvajal y Ensenada, enfrentados entre ellos tanto en sus caracteres como en sus
tendencias políticas, anglófilo y reservado el primero, y francófilo y extrovertido el segundo, si
bien fue este último el que casi siempre logró más preeminencia.
● Por último, interiormente quiso desarrollar una potente Armada que defendiera en los
mares el comercio con la Hispanoamérica española y que este pudiera crecer; apoyó el
desarrollo cultural mediante la creación en 1752 de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, con la finalidad de promover y proteger las Artes; y apoyó la reconstrucción
económica de España y la racionalización de los impuestos, dándose a partir de entonces un
gran incremento demográfico en la población española.
Siendo conscientes de que no iban a dejar herederos, la reina Bárbara, sabiendo que por ello
no podría ser enterrada en El Escorial al lado de su esposo (solo lo están junto a sus esposos las
reinas madres de reyes), construyó en Madrid el Convento de las Salesas Reales, para que en
un futuro pudiera albergar los cuerpos tanto de ella como de su marido el rey. Edificio de
grandes proporciones, durante su construcción el pueblo de Madrid, tan hábil en las puyas, y a
pesar de que eran unos monarcas queridos, clavó un pasquín en la puerta de la iglesia que
decía:
“Bárbaro edificio.
Bárbara renta.
Bárbaro gasto.
Bárbara reina”.
La reina falleció en 1758, y Fernando VI estaba tan unido a ella que al mes escaso de su
desaparición dio claras muestras de demencia, muriendo a los 11 meses, el 10 de agosto de
- Fue enterrado frente a su amada esposa en el “bárbaro edificio”.